martes, 20 de marzo de 2007

Puckllay: cuando los niños juegan...


Cuando te ven a distancia, gritan tu nombre y corren tras el carro en que llegas, no les importa la cortina que polvo que levantan las llantas, la pugna empieza por ser el primero en estrecharte la mano, regalan sus mejores sonrisas y las niñas no pierden oportunidad de sorprenderte con un beso, aunque sea mas de una vez en el día. Son sinceros, corren descalzos por un camino donde no existen parques, pistas ni veredas, solo tierra, piedras y en ocasiones muchos vidrios; juegan libremente en un sitio donde el aire es tan fuerte que forma remolinos que podrían azotarte las ventanas o literalmente arrancarte el techo de la casa. Niños y adolescentes, muchos de ellos con los pies y las caritas sucias, lleno de sueños e ilusiones, todos ellos con algo en común: son los habitantes del asentamiento humano Nueva Jerusalén de las Lomas de Carabayllo.

Puckllay, palabra quechua que significa juego, es el nombre de un proyecto artístico-social iniciado hace dos años, cuyo objetivo primordial es darle a los habitantes a través de las artes nuevas opciones para una mejor calidad de vida, con herramientas y técnicas aplicables para su vida cotidiana

Con talento que muchos de nosotros quisiéramos tener, el ánimo de superación que tienen los participantes de éste proyecto, podría sorprenderte al ver los avances que muestran entre despedidas y saludos nuevos. Jóvenes que buscan a través del arte como juego algo qué expresar, seres humanos que no podemos ignorar que tienen muchas historias que contar, y si los conoces no los podrías olvidar

Miguel Angel tiene 13 años y una inquebrantable sonrisa que te puede devolver la alegría aún si no la tuvieras; su hermano Jesús de tan sólo 10 años, podría hacerte rabiar con sus travesuras, pero puede ganarte con una ocurrencia o quizá con una frase; Marcos, es el menor de estos hermanos y con solo 9 agostos en su vida te deja la boca abierta por todo lo que artísticamente puede lograr. Alexandra, “Ale” para todos, acaba de cumplir los 10 y con sus gafas no se pierde ningún detalle de las cosas que pasan a su alrededor. Henry aparte de sus 14 años posee una pícara expresión que delata lo inteligente que es. Angel, aunque cumplirá 16 este año, disimula mucho ser el mayor del grupo, pues posee la inocencia de un niño quien alegremente juega canicas, compite con sus amigos y muy calladamente cuida mucho a su hermana Elisa, cuyos ojos me dicen que ha vivido muchas cosas mas que cualquier niño a sus 10 años. Juan con sus 14 hace bromas ingeniosas y sueña con ser actor profesional. Jonathan de 12 años, ocurrentemente no pierde oportunidad de posar frente a una cámara. Nick con 14 años, tiene unos brillantes ojos verdes, que contrastan con su piel curtida por el sol y su conducta jamás quedará desapercibida. Jelson ya cumplió 15 y silenciosamente desea un futuro diferente. Joselyn posee una capacidad para baile que no había visto en muchos tiempo, y eso que solo tiene 10 años. Carlos a sus 13, tiene una mirada franca y de sus ojos color miel pueden brotar unas furtivas lágrimas que desarman cualquier aire de rudeza; su hermano Luis cumplio 11 en septiembre y posee una alegría desbordante cuando juega y una seriedad de adulto al asumir alguna tarea. Roberto, tiene una dualidad de madurez e inocencia, con 9 años asume responsabilidades y es admirado por muchos de sus vecinos. Jerson a sus 12, empieza a vislumbrar la rebeldía de su edad. Juana en marzo se convirtió en quinceañera y no tuvo ni vestidos largos ni florecientes escaleras, solo las mismas labores de casa que se esmera en cumplir para llegar a tiempo a alguna clase.

Betty, es bajita y tiene una sonrisa picara e inocente; Aldo posee una inocencia y ternura magicas, Miguel y Marco, colegas en travesuras e inseparables amigos, Alex, te gana con una mirada y cuando menos te das cuenta ya eres su complice de travesuras. Wendy y Kevin, empece a conocerlos y descubrir a una pareja de hermanos con talento innato y capacidad de creacion maravillosas.

Tantos nombres que me faltan lineas, tanto talento que me falta admiracion.

Gracias Puckllay por dejarme ser parte minima de esta maravilla, ser testigo de tanto talento, poder ver que a este mundo cada vez mas informatico, mas tecnologico y mas rapido le queda aun belleza en su esencia real, descubrir que existen estos chicos

Ellos y sus máscaras

La expectativa había crecido en los últimos días de enero, se iniciaría el tan esperado taller de máscaras, los participantes harían personajes de la danza “Son de los Diablos”. Las compras de todo lo necesario estaban hechas, la cuenta regresiva ya había empezado, mi novata experiencia de mascarero tendría su prueba de fuego. Anabelí llevaría la clase y atendiendo mi solicitud por conocer a tan famosos muchachos me nombró como asistente de clase ante poco más de quince noveles aprendices de este oficio.

Desde el primer momento, mucho antes de conocernos por nombre ya me decían “profe” y cada vez que llegaba alguno, un detalle particular de sus vidas me era susurrado al oído por la profesora que ya conocía parte de sus vidas y sueños ya hace mas de un año y medio.

Debo confesar que en esa primera clase, donde sacamos mascarillas y copias de sus rostros, mi prejuicio me hizo ver solamente un grupo de desaliñados niños inquietos sin ningún talento extraordinario, pero los días y semanas que siguieron a ese primer encuentro, con clara razón desterraron de mi mente tal pensamiento. El talento, potencial, gran sensibilidad, ahínco, perseverancia y por sobre todo pasión por lo realizado solo eran una pequeña muestra de todo lo que son capaces de hacer.

El taller de máscaras fue un proceso muy largo y por sobre todo duro, que muchas veces duró todo un día, donde los muchachos, salían a comer y antes de que pudieras darte cuenta ya estaban de vuelta y con más ganas de continuar. Cada uno hizo un personaje diferente y parte de su alma se ve reflejada en su trabajo. La preocupación por hacer la menor cantidad de errores, da clara impresión de lo profesionales que se pueden ser en un trabajo aun cuando tengas 15 o 9 años.

Con los nuevos días las máscaras iban delatando rostros de diablos muy disímiles, desde los tristes hasta los enfurecidos, pasando por los divertidos y los sorprendidos, los soñadores y los angelicales.

Son de los Diablos son...


Paralelo al trabajo de máscaras, los noveles artesanos, desarrollaron otros talleres dentro del mismo proyecto cultural y uno de ellos fue el “Son de los Diablos”, donde Pierr, el “profe” a cargo, armó una coreografía para presentarla en un pasacalle en Magdalena. Testigos somos aquellos que vimos el esfuerzo de los muchachos por querer hacer todas las cosas bien. Salían de una clase y cuando menos te dabas cuenta ya estaban de vuelta de sus casas donde increíblemente ya habían almorzado.

Paso a paso la coreografía iba naciendo, los curiosos desde las ventanas, los descontroles y mas de una llamada de atención eran el pan de cada día. Las ganas y entusiasmo siempre estaban en aumento.

De niño soñaba con ser artista, saber cantar, bailar, hacer piruetas o tener habilidad para realizar malabares; pero pudo más el temor a fracasar o caer, y simplemente se quedó en ganas. Hoy, dentro de la treintena, veo con lástima que el tiempo vivido no volverá y cuando ya se llevan encima tantos años se aprende a valorar más las oportunidades y estos niños son la prueba de que el talento no se pone a prueba, o arriesgas o nunca sabrás lo que en algún mometo pudiste hacer.

Artículo publicado por José Miguel Albán profesor, asistente, compañero, amigo y Diablo Mayor, nos acompañó en el 2006

No hay comentarios:

Publicar un comentario