domingo, 15 de abril de 2007

UNA EXPERIENCIA SINGULAR



No es por demás poner énfasis en las bondades del arte teatral en el proceso educativo de nuestros niños. Al tiempo de concederles disciplina, de afinar sus aptitudes, muchas veces reprimidas, esta importante actividad artística los orienta a ser creativos, desinhibidos, les posibilita ser sociales, gracias al trabajo en equipo y –además– recrear la cultura primigenia de su núcleo social. Todos estos atributos los podemos constatar al ver el montaje Aventuras en los Andes Mágicos del Proyecto Puckllay de Las Lomas de Carabayllo. No olvidemos que los asentamientos humanos que circundan Lima, son en su gran mayoría de origen provinciano y muchos de estos habitantes provienen del universo andino.
La obra teatral que presentamos es una adaptación de la novela El Cholito de los Andes Mágicos, del reconocido escritor Oscar Colchado Lucio. La obra narrativa del referido creador es ampliamente conocida. Ha permitido un encuentro exitoso entre las historias de ficción marcadas de mitología andina, costeña y amazónica y el lector infantil. De su amplia creación se ha seleccionado El Cholito de los Andes Mágicos. La adaptación permite vivenciar su historia, que tiene en el Cholito su personaje protagónico, asimismo encontrar al Ichic Ocllo, al Supay, a la Ayra Warmi, al Zorro, a las Hormiguitas, a los Jirkas, a Canlin, a Juan Oso, el Cóndor, y protagonizadas 14 niños de las Lomas de Carabayllo.
Estos pequeños actores vienen desarrollando una experiencia de orden artístico y pedagógico al mismo tiempo. La amplificación de su capacidad comunicacional, gracias a distintas experiencias, resulta relevante. En esta oportunidad los vemos actuando en una obra de teatro, dejando entrever sus saberes previos. Asistir a esta presentación es una experiencia agradable. Esto, por el propósito edificante que lo sostiene y porque no es frecuente gozar de una obra para niños, protagonizadas por los mismos niños.
La obra encierra, a su vez, un valor estrictamente artístico. La armonización de los desplazamientos de los actores y la forma de cómo se va estructurando la trama, mediante una polifonía de voces que van encandilando paulatinamente al público espectador. De esta forma se hace evidente una participación, interés y suspenso crecientes.

El trabajo de estos pequeños artistas y el proyecto que lo anima requieren del apoyo de personas sensibles, de espíritus identificados con las acciones que promueven el desarrollo de las zonas menos atendidas. De allí nuestra invocación para que sean portavoces de una cruzada para extender esta experiencia a otros sectores aún no tomados en cuenta. Si todos con generosidad y humildad sumáramos nuestra contribución, permitiríamos que el teatro sea una fuente de formación destinada a una población que lo requiere con urgencia. Es hora de apoyar enfáticamente estas nobles iniciativas.
Luis Pajuelo Frías

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